Luna
Recién llegado a casa tras una cansina jornada de visitas familiares, Eduardo se
desprende de la camisa empapada en sudor y, sirviéndose un trago de tónica, se dispone a
esperar frente al teléfono. Se acomoda primero en el sofá del salón en compañía del
murmullo de la tele, letárgico a esa hora terminal de la tarde. Después cambia de posición
y se arrellana en la mecedora de la abuela, donde ejecuta un mecánico balanceo por
espacio de tres cuartos de hora. Finalmente, se tumba bocarriba en el colchón de su
cuarto. Con las luces apagadas y los brazos enredados sobre la cabeza, comienza a girar
obsesivamente. Aguarda angustiado el sonido del maléfico aparato.
© Juan Bautista Rodríguez
Para leer la historia completa: http://www.juanbautistarodriguez.com/en/fragmento_detalle.asp?id=4