Como piedrecillas dulces
caen de la superficie, ínfimas nostalgias
alguna paloma o gaviota herida…
Soy trémulo…
motivo del papel siempre en blanco.
Tuve hambre, tú lo sabes…
y aun con los anzuelos clavados en las manos
largué todo el espinel y fui paciente.
Pero tuve hambre...
Mi barca no era grande, ahora lo sé,
pero fui un pescador de océano
salvaje, rebelde como un pez.
No hubo mar donde no enterrara los ojos
donde no abriera la piel del agua
con alguna gigante ilusión.
Ahora…, ya no creo en mí.
Descubrí que el fondo es de arena
y no hay áncora que detenga allí.
Miro el mar como si existiera.
Las barcas mastican la faena con un vaivén de cintura
deslizándose bajo un cielo de Beethoven.
Alguna vez creí que era un barco pescador
de mordaces peces y que en ancla, nadie podía moverme
dijeron que el amor era…
el rugido del león, la tormenta imparable
la soledad de un sólo nombre, no sé
dijeron tantas cosas…
ahora sé que el fondo es de arena
y la marea lentamente da la forma del viento.
Aunque seamos pescadores y clavemos el yunque
tomando con entereza el timón,
nunca sabremos, a qué puertos…
Ahora camino sin metales
en la cresta de las olas más altas
y con el alma en silencio, lo aprendí del mar.
Ya no lucho contra la tormenta
soy tanto la tormenta como el viento
soy tanto cada vez más yo.
También descubrí que el corazón es de arena.
Te devuelvo los anzuelos, que allí encontré
eras hambrienta tú también.
Llueve y anda el viento,
echo tranquilo mi barca a la deriva
la marea será buena esta mañana.
Yo desde hoy, ya te olvidé.
Pablo Germán Banega
lunes, 15 de septiembre de 2008
UN BARCO PESCADOR
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beatiful blog
ResponderEliminarbeatiful blog
ResponderEliminarwell its nice to know that you have great hits here.
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